En la vida

En la vida, pienso  hay pocas cosas importantes, existen sólo algunos momentos que valdrán realmente la pena y que sin duda recordaremos por siempre, existen pocas personas que se quedarán y que marcarán tu memoria con alegrías, con desilusiones, con amor, con esperanza, con ganas de vivir, con expectativa, con enojo, y con todos aquellos sentimientos propios del ser humano.

Existen también en la vida, pocas cosas por la cuales hacer una lucha verdadera y no rendirse nunca, mi lucha es por lo animales, quisiera tener todos los recursos del mundo para poder salvar a todos los animales del mundo, pero eso no es posible, lo único que pude hacer es salvar a un pequeño perro, que hoy, me entrega sus últimos años de vida, que me adora y me necesita.

En nuestra vida, nos han enseñado que tenemos pocas oportunidades, que algunas son de oro y que si las dejas ir jamás regresarán, nos han enseñado también que nos engendraron para ser parte de un sistema, un sistema que nos ha esclavizado,  cruel y despiadado que nos hace trabajar de día y de noche para obtener, obtener y obtener, cosas que realmente no necesitamos, y para obtener otras tantas que son vitales.

En nuestro grande sistema económico, sino tienes no eres, si no tienes no puedes, si no tienes no avanzas, si no tienes estás condenado a una “vida” miserable, en donde las oportunidades se reducen al mínimo, o mejor dicho, en donde las oportunidades nos las niegan. Nos traen al mundo para después lanzarnos al vacío sin vestiduras, sin armas, sin conocimiento y sin esperanza. Hemos creado a un monstruo que ahora nos devora lenta pero letalmente.

Y claro que estas líneas están escritas desde un punto de vista, desde una realidad que a mí parecer y ante los números, viven millones de personas, pero mi realidad está en un nivel intermedio y lo sé, sé que hay otros millones que no tiene nada en sus vidas -más que sus vidas- sé que alrededor del mundo hay personas que todos los días tienen que caminar horas por conseguir un poco de comida, que tienen que caminar kilómetros por unas gotas de agua, que tienen que engañar a sus hijos con piedras dentro de una olla, esperando a que el sueño los venza y así estar un día más en la espera por los alimentos, sé también que esas personas están alejadas de tener médicos, educación, comida, sé que ese sistema que puede cobijar a unos cuantos, permite que muchos millones mueran día a día con el estómago vacío, permite que otros tantos mueran sin atención médica y permite que la gran masa vivan hundida en la ignorancia y entonces se esclavice por trabajar y trabajar para poder comparar algo de comer.

En mi poca experiencia, he podido ver como esta bestia mata pueblos enteros, aniquila todo lo que le estorba, sin piedad y sin escrúpulos. He visto que lo único que provoca es desolación para muchos y bienestar para pocos, y me pregunto: ¿Es acaso ese el destino de la vida, de la vida humana? Tener que sobrevivir bajo el yugo de no saber si mañana comerás, de no saber si tendrás un mañana, de ser infeliz por ver a tus hijos morir de hambre y no poder hacer más que engañarlos contándoles historias de un mundo que sólo puede existir en la imaginación de una madre desesperada.

Cuando el enojo colma el cerebro, lo único que viene a la mente es la idea de: si muchos pueblos están así es porque quieren o porque lo merecen. Pero sé que sólo es el enojo, porque cuando miro detenidamente, es cuando los detalles obvios saltan a la pupila. Es cuando podemos ver cómo ese sistema que alguna vez creamos y creímos nos llevaría al bienestar, nos transformó en bestias con razón, en animales muy peligrosos, animales que se mueven cegados por la ira, la venganza y la codicia.

Paulo Freire tenía razón al mencionar que el humano, por condición, no puede estar alejado de la ética, estamos obligados a conocer de ética, obligados a ser educados para ser humanos y no sólo para ser médicos o abogados. Porque cuando sólo nos adiestran como lo hacen las nuevas sociedades, nos topamos con médicos que se reservan el derecho de admisión, con abogados que miente y engañan a sus clientes, por conseguir unos dineros más.

Nos encontramos entonces con personas que moverán sus piezas de tal manera que sólo ellos y quizá algunos allegados puedan disfrutar de las ganancias, nos topamos entonces con que otras tantas morirán en esa jugada y nadie llorará por ellos.

Desconozco si la vida debe ser así, desconozco quién dijo que tenía que ser así, no sé porque a pesar de ser una de las miles de realidades que podemos crear, hemos escogido esa como única y verdadera, pero lo que sí sé es que para mí esa realidad no sirve. No sé cómo pero sé que está en las personas cambiar su realidad. 

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