Sé otra realidad
¿Quién no quiere sentirse querida, amada,
deseada…?
Entrégate mujer, entrégate por placer, por el
puro gusto de entregarte, por vanidad, por goce, por disfrute, por deseo, por amor,
por coraje, por desilusión, por lo que tú quieras y entrégate sin prejuicio, sin
tapujo, sin atadura ni vestidura, sin grilletes, sin cadenas, con cadenas, sin
armadura, con ella, sin tabú, con delirio, sin preocupación, con ánimo, sin
convencionalismos, con algunos, con fuerza y debilidad, sin armas, con una, con
todas. En el lecho, sin él, en la alfombra y sin ella, en la oficina, en el
escritorio, en el baño, en el tocador, en el lavamanos también, en la casa, en
el hotel y en el motel, en la cocina, en el patio de atrás y en el delantero
también, en los jardines de Mogador, en el diván, en la silla, en la mesa de centro también
y sin ellas. Por lujuria, por calentura, por tristeza, por despecho, por
amistad, sin vínculo, con él, sin amarre, con uno, con todos, sin frenos, sin
trabas, sin obstáculos, con todos.
En el amanecer sobre la playa, en la noche
fría de una cabaña, en la estruendosa ciudad turbulenta del país más
enajenante, sobre las copas de los árboles selváticos, bajo el hielo del
antártico, en el ardiente calor del desierto, en las suaves nubes de la
atmósfera, entre los relámpagos de un día lluvioso, entrelazándote en las
curvas de un huracán, en la sedosa brisa del campo en verano, bajo el volcán,
sobre él, en Madrid y en París también. Por orgullo y sin él, con apetito y sin
él, con ansias, con anhelo, con emoción, por romanticismo y sin él, con
sinceridad, con dulzura, con ternura, salvajemente, duramente, sádicamente,
fetichistamente, nihilistamente, por capricho, por berrinche y entrégate hasta
el infinito, en Marte y en Martu también, en Neptuno y Plutón también, sobre la
gélida luna, entre las dunas de Venus, en las manchas del sol, aquí y en los
mil universos posibles, en todas las galaxias junta el cielo y el infierno,
hazlos tuyos, en Tokio de cristal también, en el sueño de primavera, en la comunidad,
sobre el cegador brillo de una estrella, en las lunas de Júpiter, en donde la imaginación
no pueda llegar, en lo alto de la gran montaña, en la frescura del bosque, en
la cúspide, toca el cielo y hazlo tocar.
Y vive, pero vive de verdad, escoge la vida
difícil, la que va en contra de la corriente, la que asusta al puritano, la que
desconcierta al comerciante, la que prohíbe el religioso, la que impone la
costumbre, escoge esa otra realidad y sé libre. Sé esa mujer indefinible,
admirable, brillante, fuerte, incontrolable pero siempre delicada. Sé otra, sé
una nueva forma de vivir.
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