Heroína en todos los universos
Todos te hemos nombrado de mil
maneras, hemos bautizamos la belleza de tu piel en todas las lenguas, en casi todas las culturas y sin duda alguna
en todos los tiempos.
Símbolo del todo en un acto fugaz
de vehemencia y al mismo tiempo de nada. Eres amor y
odio fusionado en un solo cuerpo.
Desde épocas que no alcanza la
memoria a recordar, has peregrinado por el mundo, con la misma exquisita y sedosa
figura, con la misma cara angelical que denota frialdad. Nómada cargas con el
mismo equipaje fatigoso, incómodo, lastimero y sin embargo, siempre lo llevas.
Eres objeto del lascivo y tu alma absove todo lo que toca, tratando de guardar el amor en lo más profundo de tu alma.
Eres objeto del lascivo y tu alma absove todo lo que toca, tratando de guardar el amor en lo más profundo de tu alma.
Eres poseedora de
un arma tan poderosa que te hace ser dueña del mundo. Por ella muchos han matado, otros
tantos se han vuelto locos dentro de la pasión y han pagado cualquier precio una y
otra vez y lo seguirían haciendo, otros, queriéndose ver más perspicaces intenta seducirte con "bellas"
palabras que brotan del alma más sucia y vil disfrazada de poeta, los más
bestiales hacen guerra por ti, pero
todos, al final de los tiempos te buscarán para sofocar el ardor que llevan
dentro, para experimentar un delicioso elixir que en una vida "normal"
jamás podrían probar, para sentir por una breve y efímera ocasión el calor de otro
ser humano, tal vez para conocer el amor del cual muchos se jactan de tener, quizá
para descubrir lo que se esconde bajo las faldas del infierno, o sólo para conversar,
pero siempre para satisfacer lo que la imaginación más viciosa incite.
El tiempo te ha rotulado el
cuerpo, el alma y la mente con sobrenombres que en cualquier idioma ofenden lo
que algunos "intelectuales" cortos de miras han llamado dignidad.
Bajo el denso mar de tinieblas nocturas eres la
divinidad más grande y poderosa, la
creación perfecta de la naturaleza, el
equilibrio entre todos los universos posibles, eres la cumplidora de todos
los deseos obscenos que congestionan la
mente humana, eres tiempo anónimo que hace explotar al prójimo, que hace que las
ideas fluyan y escurran por las paredes, por las curvas del poema de tu olor. Todo
dentro de ti es color rosa, eres el esplendor de la existencia, eres lo que ellos anhelan a
gritos y lo que ellas envidian en silencio. Eres la verdad.
Encarnas la dualidad y la
ambivalencia humana. Tu reflejo es el de una mente que no ha podido ser, de una
mente dominada por los sentimientos y pensamientos humanos, dominada por el prejuicio de
una sociedad obsoleta que no ha podido madurar, por la cultura que se aferran a
preservar y por la religión que nos obliga a pecar.
Adentro, siempre adentro te
quieren, porque adentro nadie puede verte, pero si tocarte. Adentro el mundo es
como debería ser, los astros se alinean, el espacio encuentra su equilibrio
natural y, entonces, comprendemos el significado de la efímera palabra paz; todo
es tranquilidad, éxtasis y ansiedad, adentro es como todas quisieran ser.
Un día, hace mucho, mucho tiempo,
decidiste utilizar esa arma para pelear en el mundo, ser partícipe de él y
hacer historia; escribirla, crearla y recrearla cuantas veces fuera posible. Decidiste
que el placer también era para ti y saliste a la luz mostrándote como en verdad
eras. Tomaste el control de una época que no había sido creada para ti, te
lanzaste a la batalla con esa arma poderosa que sólo tú posees y con ella
lograste controlar a todos. Te rindieron honor, tributo y alabanza. Fuiste
reina y soberana de un tiempo jamás contado, gobernaste sin piedad y con
justicia. Causaste temor entre tus conquistados, temor que no podían
permitirse sentir en una época en la que la cobardía estaba prohibida, entonces
ese miedo se conviritó en otra
cosa, en otro sentimiento, -porque el temor es para los débiles- más profunda, hiriente y mucho más abstracta, así fue como el temor que provocaste, se
convirtió en odio. Te odiaron por la libertad que profesaste, por la osadía que
representaba ser dueña de tu arma. Porque en lo más profundo de la "consciencia" humana,
la libertad asusta y ante el temor debemos mostrar enojo e ira, enviarlo a las
cloacas, calificarlo negativamente, desterrarlo a las llamas del inframundo.
Odiada y temida fuiste arrumbada
al bajo mundo, esclavizada por el arma que alguna vez te emancipó. Enviada al
cruel destierro de las sociedades "civilizadas", fuiste absorbiendo cada
nombre, cada rasgo, cada prejuicio y calificativo, fuiste condenada a una
existencia de dolor, de clandestinidad, de zonas rojas y lentejuelas, todo por
haber mostrado coraje y un resquicio de libertad.
Ahora caminas bajo el abrigo de
las estrellas, en busca de un poco de "amor" para poder comer, para poder
vivir, para llevar el pan a tu mesa todas las mañanas y acompañar a tus hijos a
esos antros donde a veces los educan y otras tantas los adiestran, para que al
final te odien como todos los demás.
Hoy eres fortaleza penetrable, a
veces por convicción, casi siempre por decisión, muchas otras por obligación,
pero siempre accesible.
Hoy no eres más que un objeto
desechable, de esos que han inventado los genios de los nuevos tiempos, para
evitarse la pena de lavar los tratos sucios, hoy tu valor es en papel de
colores.
Aguantas la fuerza de la ola
como la dura roca de la costa que algún día se resquebrajará, eres una creación
de las mentes humanas, eres protagonista en el séptimo arte, estás negada para
los cuentos de hadas, eres la perdición en los versículos divinos, pero siempre
estás presente.
Estas obligada a seguir
existiendo porque eres necesidad que libera, eres lo que deseamos, pero que
tememos porque sigues encarnando la libertad. Por eso como criatura exótica
estás condenada a vivir en la jaula de
los que alguna vez fueron tus lacayos.
Hoy eres un producto más que
cumple los deseos que aquellas otras no se atreven a gozar por "el qué dirán",
por una cuestión más social que humana, más cultural que biológica, por
cobardía al nombre que en todas las lenguas altera el sentido y sonroja al
puritano.
Después de asquearme –en el buen
sentido del lenguaje del mexicano-, y
de horrorizarme por el hacinamiento de Bangladesh, por las vitrinas de
Tailandia y por los cuartos austeros de
México que muestra el grandioso documental "The Whore's glory", sólo puedo decir
un cosa. La heroína en todos los mundos, en todos los tiempos, en todos los
universos es, sin duda, y sin temor a equivocarme, la prostituta. La única mujer
verdaderamente libre en alma.
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